La piel es la frontera exterior protectora del cuerpo, que se regenera permanentemente y que contiene en su interior una gran variedad de receptores sensoriales por medio de los cuales sentimos el dolor, el frío, el calor, la presión y toda otra sensación referida al tacto. Estos receptores no están distribuidos uniformemente sobre la superficie corporal. Por ejemplo los corpúsculos de Meissner, especializados para el tacto, se hallan en profusa cantidad en la palma de las manos y en la planta del pie, pero muy escasamente en la piel de los codos o de la espalda. Todas las sensaciones cutáneas se transmiten al cerebro por medio de las fibras aferentes de las neuronas sensitivas y los haces nerviosos medulares. La piel, también tiene un papel de suma importancia en la regulación de la temperatura corporal y en la protección antimicrobiana, pues gracias a su acidez fisiológica asegura una relativa esterilidad impidiendo la proliferación de gérmenes patógenos en su superficie. El cebo contribuye a la acción antimicrobiana pues al mezclarse con la transpiración produce sustancias lipídicas que inhiben la acción de hongos y bacterias. Además la piel nos protege de las radiaciones solares pues los rayos infrarrojos son detenidos por la piel y los UV por la melanina.
En un sentido amplio se entiende por s. la facultad de percibir sensaciones (v. SENSACIÓN; SENTIDOS; PERCEPCIÓN). En un sentido estrictamente neurológico el término s. engloba solamente la organización y el resultado funcional de sensaciones cutáneas y corporales, cuyas modalidades no quedan designadas cuando se habla sencillamente del sentido del tacto (v.). Puede decirse que existe un número indefinido de sensaciones corporales y una gran dificultad de encontrar vocablos adecuados para denominarlas justamente. La piel es un medio básico de comunicación ambiental. Las sensaciones cutáneas, óseas, articulares, tendinosas, están forjando constantemente la noción del propio cuerpo, contribuyendo a la representación de la imagen corporal.
Con fines clínicos pragmáticos se distingue la s. primaria y la s. discriminativa. En la primera, se incluyen las sensaciones cutáneas de tacto, dolor y calor o frío y las sensaciones óseo-articulares de desplazamiento, posición y vibración. Las modalidades sensitivas discriminativas son más finas, más matizadas, permiten una localización exacta en la zona corporal correspondiente y una distinción entre sensaciones simultáneas (reconocimiento táctil de la forma, consistencia y peso de los objetos; distinción entre dos puntos estimulados simultáneamente; lectura de símbolos dibujados sobre la piel; identificación espacial derecha o izquierda; identificación de partes corporales; etc.).
Mecanismo de la sensibilidad. Toda sensación es resultado de un estímulo que excita un receptor, donde seorigina un impulso que llega a través de unas vías nerviosas a los centros nerviosos correspondientes, donde tiene lugar la integración sensorial (sensación, percepción, reconocimiento).
Los receptores son órganos nerviosos, más o menos complejos, constituidos por las terminaciones de las fibras nerviosas sensitivas. La piel está riquísimamente inervada en sus distintas capas, de manera distinta según que las zonas tengan pelos o no. Hay también receptores especializados en los tendones y en determinadas fibras musculares, sensibles a la tracción. Antiguamente, se creyó que cada receptor era excitado por un tipo único de estímulo con determinada energía y que servía únicamente para una sola modalidad de sensación. Hoy está bien demostrado que la calidad y la intensidad de una sensación depende del número y del índice espacio-tiempo de receptores estimulados, los cuales no tienen exclusividad funcional total. Un estímulo de frío muy intenso, p. ej., puede ocasionar sensación de dolor.
La estimulación de los receptores origina un tren de impulsos que, según sus características de dispersión temporal y espacial, van a ser conducidos por fibras nerviosas determinadas, a la manera como un cable conduce energía eléctrica. Cada fibra conduce el impulso con velocidad distinta y con destino a un centro nervioso distinto. El mensaje sensitivo puede decirse que es cifrado en los receptores y descifrado en los centros. Las fibras nerviosas sensitivas conducen con una velocidad proporcional a su grosor (100 metros por segundo las de 20 micras de diámetro, un metro por segundo las de tres micras, por ejemplo). Hay una semiespecificidad pero no exclusividad de cada tipo de fibra para conducir los diversos trenes de impulsos.
Las fibras nerviosas constituyen los diversos troncos nerviosos que inervan la cabeza, tórax, abdomen y extremidades. Cada segmento corporal deriva embriológicamente de un par de somitas y éstas diferencian las zonas cutáneas que se llaman «dermatomas», las cuales reciben su inervación por una misma raíz nerviosa. Esta organización sensitiva segmentaria es la base de los mapas cutáneos sensitivos de dermatomas. Hay ocho dermatomas inervados por las raíces posteriores medulares cervicales, doce inervados por las dorsales, cinco inervados por las lumbares y cinco inervados por las sacras. Imaginando el cuerpo humano en posición cuadrúpeda, se comprende mejor cómo los dermatomas sacros son los más caudales y perianales, los dermatomas lumbares corresponden a las piernas, etc.
Para tener una idea de la disposición anatómica de las vías sensitivas y de su organización funcional, puede servir descender al ejemplo de describir paso a paso cómo se integra una sensación de dolor cutáneo provocado por el pinchazo de un alfiler en la porción media de la palma de la mano derecha. El estímulo excita las terminaciones nerviosas libres de la piel y los receptores complejos, origina un tren de impulsos que viajan por las fibras correspondientes del nervio mediano a una velocidad de casi 100 m. por segundo, llegan a la médula por la séptima raíz posterior cervical derecha, penetran en ella, pasan a las fibras del cordón lateral izquierdo medular y ascienden por la médula y el tronco cerebral dentro del haz espinotalámico y llegan finalmente al núcleo ventral posterior del tálamo, donde tiene lugar la integración de la sensación pinchazo.
La aplicación de un estímulo térmico, de calor o frío, tendría una vía de conducción análoga y un centro de integración similar. Una sensación táctil seguiría vías distintas en las fibras del tronco nervioso y a partir de la llegada del tren de impulsos a la médula. La s. primaria se integra a nivel de los núcleos sensitivos del tálamo. Los impulsos que generan sensaciones de las modalidades englobadas dentro de la s. discriminativa han de llegar desde los núcleos del tálamo hasta la corteza cerebral del lóbulo parietal, para ser percibidos e integrados. En las neuronas corticales hay una representación geográfica de cada porción corporal. En la porción más baja de la circunvolución parietal ascendente está representada la cara, en la porción media la extremidad superior y en la porción alta la extremidad inferior.
Alteraciones. Los trastornos de la s., entendida como hasta aquí se ha venido expresando, son muy variados. Se llama anestesia a la pérdida de s. cutánea de todas las modalidades; cuando es una disminución se denomina hipoestesia y si hay una s. exagerada se habla de hiperestesia. Si la pérdida de s. es selectiva para el tacto, el dolor, la temperatura, etc., se califica el defecto como anestesia táctil, dolorosa o térmica, respectivamente. Igualmente hay términos propios para otros defectos de otras modalidades sensitivas (apalestesia, fallo de percepción de vibración; astereognosia, fallo de reconocimiento de formas y objetos por el tacto, etc.). Cuando el trastorno de la s. no consiste propiamente en un defecto o una exageración, sino en sensaciones subjetivas anómalas como hormigueo, distorsión de la sensación térmica, etc., se denominan parestesias y disestesias.
Teniendo en cuenta la organización sensitiva segmentaria y el origen y terminación de las vías sensitivas, los trastornos de la s. tendrán una localización corporal propia según el lugar donde asientan las lesiones de tales vías. La lesión en la corteza parietal derecha determinará un trastorno, preferentemente, de la s. discriminativa, en la hemicara, brazo y pierna del lado izquierdo. La lesión medular completa producirá una anestesia total en todos los dermatomas por debajo de la lesión. La lesión de un nervio periférico producirá una anestesia solamente en el territorio de distribución de dicho nervio.